sábado, 13 de diciembre de 2014

5 de abril de 1985 Suchitoto El Salvador



Suchitoto, El Salvador.- Con el dolor de recordar los horrores de la cruenta guerra civil que abatió a este país, campesinos de la zona sepultaron los restos de 26 personas masacradas por el ejército durante el conflicto armado que concluyó con la firma de la paz en 1992.

Cientos de soldados del batallón Atlacatl, entrenado en Estados Unidos, incursionaron la noche del 5 de abril de 1985 en el caserío Las Peñas de Suchitoto, a 40 kilómetros al norte de la capital, y mataron a decenas de civiles y combatientes del guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

"Lo recuerdo como si fuera ayer, los soldados entraron con todo y los combatientes primero metimos en los buzones (escondites subterráneos) a los civiles y nosotros nos replegamos a otro buzón", dijo el ex guerrillero Santos Antonio Alemán. El ex rebelde sepultó a su esposa Evelia Rivera, sus hijos Neri y Anibal, de uno y tres años, así como sus padres Manuel Alemán y Rosario Menjivar y 10 hermanos.

"Eran dos familias y los testimonios dicen que fueron los soldados del Atlacatl los que los mataron. Primero los mataron a balazos, después los cortaron en pedazos, los quemaron y los restos los lanzaron en dos pozos", explicó Carolina Contreras del Centro para la Promoción de los Derechos Humanos Madeleine Lagadec.

La mujer que luchó para que se autorizara la exhumación de las víctimas, explicó que "los militares mataron a sangre fría a 15 niños, 10 mujeres y un hombre, civiles, que cometieron el pecado de encontrarse en medio de la guerra, de tener familiares involucrados en la guerra". "Ellos eran inocentes, civiles que no debían nada, a los que estábamos organizados estábamos fuera", aseguró Alemán mientras luchaba por contener las lágrimas.

Alemán, de 49 años, confesó que siendo muy joven se incorporó a las unidades guerrilleras de la Resistencia Nacional (RN), una de las cinco organizaciones que integraron el FMLN. El hombre relató que escuchó cuando los militares encontraron a sus familiares y cuando dispararon sus armas contra ellos.

"Oí los gritos de uno de mis hijos, yo traté de salir disparando para defenderlos, pero los compas (compañeros) me detuvieron, nos hubieran matado a todos porque ellos eran cientos", dijo.

"Estos niños, mujeres y hombres no sólo eran justos y justas, sino inocentes que fueron masacrados por gente violenta", dijo el sacerdote Gerardo Méndez que presidió los actos litúrgicos y acompaño hasta el cementerio de la ciudad a las víctimas y familiares.

Contreras explicó que los restos de los niños fueron colocados en un pequeño ataúd de madera y los demás en el otros de no más de un metro de longitud. Agregó que ahora deberán de esperar la continuación del proceso de la justicia.

"Los autores materiales e intelectuales de estos crímenes no han sido juzgados y este caso es un signo de tantos casos que hay en El Salvador de hombres, mujeres y niños que han sido masacrados también y no se ha hecho justicia", manifestó Menéndez.

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